Desde que me enteré que tenía compañeros de Zaragoza en la Maestría que estoy haciendo, les dejé claro mi deseo de ir a un partido en La Romareda; que es el estadio del Real Zaragoza. Luego de algunos días establecido en la ciudad para este ciclo nuevo de estudios, Francho me preguntó si quería ir al Zaragoza-Real Oviedo de esta semana. Compramos las entradas y estaba todo listo para la jornada de Liga 1-2-3 del domingo. Me daba mucha emoción este partido, porque el equipo astuariano era el equipo del padre de una buena amiga mía, Mary. Ella lleva esa herencia colgada al alma y era algo que quería hacer desde hace tiempo.

Llega el día del partido, después de salir de comer algo cerca de casa, tomé mi trayecto habitual hacia el tranvía. Quedaban siete (7) minutos para que llegara y me encuentro a una pequeña familia. Este niño inquieto comienza a ponerse muy feliz al ver personas con sus bufandas del Zaragoza y cómo se van llenando ese espacio y ciudad con los colores del equipo. El pequeño no se acordaba muy bien de la hora del partido y le digo que es a las 04:00PM y que voy camino hacia allá. Llega el tranvía y entramos. Veo que se llama Iván y de un momento a otro, su abuelo se acerca y me dice en tono bajo que tiene una idea. Toda una trama para hacer feliz a su nieto:

Hubiese pagado lo que fuera por quien me fotografiara en el instante que su abuelo me dijo eso. Es chulísimo escuchar esas historias de personas por las calles, de cómo sus padres, abuelos o algún familiar los llevaron por primera vez al estadio del equipo de sus sueños. A mí no me tocó porque en República Dominicana no existe dicha cultura. Pero sentirlo de primera mano es como si me pasara en aquella edad donde todo es ilusión y entrega total. Ese instante, ese comentario, ver cómo las calles cerca de la Universidad, los frentes del estadio, las estaciones del tranvía, cómo una ciudad se llena de color para apoyar a su equipo de Fútbol. Este sentimiento justifica cualquier monto dado por una entrada. Lo que sí sé es que a Iván nunca se le olvidará este día y la historia que ha escrito con el Fútbol. Así le contará a sus hijos y nietos que en el día de su cumpleaños: una sorpresa, una victoria de su equipo y un recuerdo que lo tendrá tatuado al alma hasta que en él exista la vida.

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